La desmedicalización es uno de los temas más discutidos en el Symposium de ASESCU por primera vez creando un amplio debate entre los asistentes como medida necesaria para afrontar el futuro desde el punto de vista de imagen como de reducción de costes
La producción de carne de conejo ha tenido en los últimos 25 años unos cambios profundos en los sistemas de trabajo y concepto de producción intensiva pasando de u modelo familiar a uno industrial.
Esta evolución se inició con unos condicionantes diferentes a los actuales y conllevó a un uso más o menos generalizado de piensos preventivos medicamentosos en las explotaciones durante los periodos de riesgos sanitarios infecciosos.
En estos momentos y de forma generalizada se está debatiendo si es necesario el uso de estos piensos preventivos medicamentosos y si es normal y asumible su uso habitual.
En el pasado Symposium de ASESCU fue uno de los grandes ejes de debate, y por primera vez se expusieron claramente las ideas más restrictivas de uso de antibióticos como futuro inmediato en la producción cunícola, que se conoce como DESMEDICALIZACIÓN.
Dentro de esta temática una de las ponencias estrellas fue la expuesta por Rodrigo Cuadriello, veterinario del Grupo Hermi, donde estudiaron de forma significativa métodos para poder reducir la carga antibiótica de los animales durante el periodo de cebo en condiciones de campo. Tras numerosos estudios pudieron comprobar que el racionamiento es un sistema de trabajo que permite mejorar la salud intestinal y disminuir la mortalidad y que si se hace correctamente apenas se aprecia diferencias de peso al momento del sacrificio, una de las variables que más se temía pudiera ser influida debido al peso de sacrificio en España, ya que la mayoría de estudios se centran en Francia, donde después del periodo de racionamiento aún se disponen de muchos días para recuperar el peso.
Hay que resaltar la diferencia que se aprecia en el trabajo publicado entre la restricción horaria y la restricción de consumo. En el primero se limita el tiempo de ingesta a unas horas al día (entre 8 y 12 horas habitualmente) y en el segundo se calcula la cantidad máxima de pienso por gazapo que ingerirá. En la restricción horaria, muy efectivo al principio, parece perder fuerza ya que el gazapo aprende a comer más rápido y come más veces en el tiempo disponible, perdiendo el efecto de restricción, mientras que en el segundo caso no ocurre, siendo necesario adecuar la cantidad de pienso administrado al peso de los gazapos y GMD que tienen durante el cebo.
En ambos sistemas, pero sobretodo en el segundo, se observa una importante disminución de la mortalidad además de una importante reducción de costes, tanto alimentarios como sanitarios.
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