Valoración de materias primas tradicionales y alternativas

Publicado el 04/18 | por agrinews | Nutrición
materias primas

La producción ganadera mundial ha aumentado de forma continua en los últimos 50 años y se espera que continúe por la misma senda en años sucesivos.

Se estima que la producción de piensos aumentará en más del 50% de aquí al año 2050 a fin de cubrir las necesidades en proteínas animales de una población en aumento (Tabla 1).

La producción de 1 kg de carne precisa entre 5 y 10 kg de pienso, dependiendo del tipo de producción. Por tanto, se precisará un esfuerzo considerable por parte de los agricultores para producir la cantidad de ingredientes necesaria para la fabricación de piensos.

Tabla 1.- Producción mundial ( x 106 t) de proteínas (FAO, 2016)

  • el muy previsible aumento de la producción de la producción en países como Rusia, Turquía, Vietnam, India y México.
  • que gran parte de este incremento en la producción de proteínas animales tendrá lugar gracias a un aumento de producción avícola (cercano ya al 50% de la producción total), con el ganado porcino en segundo lugar.
  • La harina de soja es la fuente proteica de elección para la fabricación de piensos y en el caso de la UE-28 supone cerca del 55% del uso de materias primas proteicas.

Los países líderes en producción de habas de soja son Estados Unidos, Brasil, Argentina y la India. Nuevos países con un aumento constante de la producción son Paraguay, Bolivia y Uruguay. Dentro de Europa, Ucrania es el principal país productor de habas.

Otras materias primas proteicas con cierta importancia son:

  • Harina de colza (Norte y Centro de Europa y Canadá)
  • Harina de girasol (Rusia, Argentina y España)
  • Leguminosas de grano (Canadá, Francia y Ucrania)

 

Problemática de la producción de carne

Un problema con el que nos enfrentamos a medio/largo plazo para cubrir las necesidades futuras de proteína animal, es la posible dificultad de aumentar la producción y la disponibilidad de materias primas de origen vegetal.

Hasta la fecha, la oferta ha sido capaz de igualar o incluso de superar a la demanda. Sin embargo, es previsible que de continuar con el actual ritmo de crecimiento, esto no sea posible, debido en parte a la creciente preocupación por parte de las sociedades más avanzadas por la sostenibilidad y las necesidades “sociales” relacionadas con el medio ambiente, la seguridad alimentaria y el bienestar animal.

Como ejemplo, tenemos la regulación del uso de semillas genéticamente modificadas y de grasas, granos y semillas que no sean sostenibles (por ejemplo, aceite de palma procedente de Malasia e Indonesia o habas de soja procedentes del Amazonas).

Un aumento de estas preocupaciones podría provocar una reducción del ritmo de crecimiento de la oferta, que podría llegar a no cubrir la demanda.

Por otro lado, el desarrollo del tejido industrial y de servicios a los habitantes de las grandes ciudades y la construcción de viviendas ocupan cada día más terrenos en los valles más ricos de los países desarrollados, espacios que estaban anteriormente destinados a cultivos.

Como resultado, las necesidades de una sociedad en aumento tanto en número como en consumo de proteínas animales per cápita, podría superar a la oferta o disponibilidad de ingredientes vegetales en los próximos 30-50 años.

Todo ello explica la creciente preocupación por parte de científicos y políticos sobre cómo alimentar a una población creciente en las próximas generaciones.

 

Situación de la Unión Europea-28

La escasa producción de ingredientes y proteínas vegetales en la UE-28 es un motivo de preocupación política a más corto plazo.

La UE-28 importa cerca del 70% de las proteínas vegetales que consume y la acción política pretende que esta cantidad se reduzca en un 50% en los inicios de la próxima década.

Además, las necesidades sociales del consumidor abogan por reducir las importaciones de harina de soja de Latinoamérica y de aceites vegetales del Asia Oriental a fin de penalizar la posible deforestación del Amazonas y zonas lluviosas del continente Asiático y evitar la pérdida de diversidad y el posible impacto sobre las poblaciones nativas en países en desarrollo.

En base a las necesidades proteicas actuales y a los insumos disponibles, reducir la importación de proteínas vegetales no es un objetivo fácil de conseguir en la UE-28.

Numerosos políticos y científicos basan la solución del problema en la llamada “economía circular”, como mejorar la disponibilidad de proteínas animales en la UE-28 sin afectar la sostenibilidad del ecosistema a nivel mundial.

Ejemplos claros del beneficio de la “economía circular” serían:

1/ la re-utilización de grasas y harinas procedentes de los mataderos y salas de despiece; la re-utilización de subproductos de la alimentación humana tales como bagazo de cerveza, bollerías, papillas y productos lácteos y el creciente uso de residuos de la industria del vino y el aceite de oliva en productos de valor añadido.

2/ Un caso particular a considerar sería la utilización de diversos insectos o de sus larvas en la alimentación animal (Figura 1).

Figura 1.- Economía circular. Insectos y economía circular

 

Nuevas fuentes de energía y proteína

 

La UE-28 ha definido el tipo de ingredientes a potenciar a fin de lograr la sostenibilidad del sistema sin menoscabo de la cantidad producida y de la calidad de los productos finales.

  • La selección de estos ingredientes y sus normativas de producción se basan en criterios nutricionales, técnicos, legales y sociales.

Los ingredientes identificados son numerosos, destacando la producción de macro y microalgas y la cría de insectos y de sus larvas.

En ambos casos, el potencial de producción de proteínas por ha y año es muy superior al máximo que se puede obtener mediante el cultivo de las fuentes proteicas tradicionales.

Por ejemplo, se estima que una ha de terreno produce en torno a 1.000 kg de proteína procedente del haba de soja mientras que podría llegar en casos extremos a 15.000 kg de proteínas de microalgas (Tabla 2).

Tabla 2.- Microalgas. Valor nutricional, % MS

1Producción de biodiesel. Producto desengrasado para alimentación animal

2Lys = 6,4% PB. Pobre en Met + Cys

 

La utilización de insectos como fuente de energía y proteína en alimentación humana y animal no es nada nuevo. Existen más de 2.000 especies de insectos comestibles, con consumos relativamente altos en las poblaciones humanas de numerosos países de África, Latinoamérica y Asia.

  • El consumo de insectos es aceptable y frecuente de observar en aves mantenidas al aire libre.

El uso de insectos como fuente de energía y proteína, presenta numerosas ventajas, tales como su abundancia en la naturaleza, eficiencia de producción, no precisar de instalaciones sofisticadas para crecer y necesidad limitada, en relación a otras especies, de energía para mantener su temperatura corporal.

Se estima que el valor nutricional por kg de materia seca de los insectos es similar al de una fuente proteica de calidad, tal como la harina de soja, en relación con el perfil de la mayoría de los aminoácidos, y superior a la misma en relación a la energía.

Añadir que varios componentes de la harina de insectos tienen un alto valor comercial.

  • Por ejemplo, el aceite es muy apreciado en la fabricación de cosméticos por su perfil en ácidos grasos. Más aún, el exoesqueleto, rico en quitina, puede separarse una vez seco, mediante aireación del resto de la harina, encontrando un valor comercial alto en la fabricación de ciertos productos farmacéuticos.

Además, se están realizando estudios sobre diversos componentes presentes en la harina que podrían mejorar la inmunidad y la defensa natural de aves y mamíferos contra ciertas enfermedades.

Numerosos insectos pueden crecer de forma rápida en sustratos de desecho procedentes de residuos urbanos, catering y cosechas vegetales, o incluso reciclado de deyecciones de granjas en aquellos países donde está permitido.

Además, sus necesidades en agua suplementaria y gastos extras de energía eléctrica para iluminación son limitados.

Por tanto, los insectos parecen candidatos claros a considerar en estudios relacionados con la producción de proteínas de origen animal en un mundo deficiente en materias primas de origen vegetal.

Un problema a tener en cuenta sería su aceptación por el consumidor final.

Su utilización en alimentación animal no supone una barrera grave y de hecho, parece ser bien aceptado por los consumidores una vez se explican las ventajas de su uso.

Inconvenientes del uso de insectos en ganadería

La utilización de insectos como alimento del ganado conlleva una serie de inconvenientes que precisan ser tenidos en cuenta.

  • Su contenido en humedad (30-40%) es elevado y por tanto precisa un consumo alto de energía (con aumento de la huella de carbono) previo a su utilización, para facilitar su almacenaje y distribución reduciendo parte de sus ventajas ambientales.
  • En ciertos casos podrían acumular contaminantes de naturaleza química.
  • Se precisa mejorar las tecnologías para su producción industrial a fin de lograr un producto final de calidad (uniformidad y reducción de la presencia de residuos del proceso) y reducir el coste de elaboración (mano de obra y secado).
  • Los nuevos sistemas deben introducir sistemas de control eficientes ya que los insectos son especies invasivas “vivas”, lo que complica el trabajo diario en las explotaciones.
  • No conocemos muy bien el valor nutricional de estas nuevas fuentes alimentarias. En particular, desconocemos la importancia de la quitina, un hidrocarbono complejo parecido a la celulosa que forma parte del exoesqueleto de los insectos, al que dotan de cierta rigidez y da protección.

La quitina no es digestible en animales monogástricos y de hecho, su inclusión en el pienso reduce la palatabilidad y en cierta medida la digestibilidad de la fracción proteica. Sin embargo, diversos autores sugieren que la quitina podría ser considerada como un aditivo prebiótico, por sus efectos positivos sobre la producción una vez que fermenta en la parte distal del aparato digestivo de los animales. Asimismo, la quitina podría tener un cierto poder estimulante de la inmunidad en las aves y cerdos que la consumen. De aquí la conveniencia de separar el exoesqueleto de las larvas previo a su utilización en alimentación animal.

Mejora en la utilización de materias primas tradicionales

En el momento presente, y durante bastantes años, la producción de piensos seguirá basada en materias primas tradicionales, entre las cuales incluimos aquellas desconocidas en nuestro país pero de uso frecuente en sus países de orígenes.

Llama la atención el desconocimiento real existente sobre el valor nutricional de ingredientes tales como las harinas de soja y colza y de gran parte de los cereales disponibles en el mercado, incluyendo el maíz y el trigo.

A destacar, las grandes diferencias que encontramos en el valor nutricional de estas materias primas, base de la alimentación de la ganadería a nivel mundial, según las tablas de composición de alimentos disponibles (Tablas 3 y 4).

  • En particular, llama la atención las grandes diferencias en el valor energético de materias primas tales como la harina de soja, maíz y trigo en aves, según utilicemos una u otra de las matrices disponibles de composición de ingredientes. Estas diferencias pueden originar diferencias de coste en pienso superiores a los 10-15 €/ton en broilers.

Tabla 3.- Energía metabolizable de la harina de soja de alta proteína según diversas fuentes

Tabla 4.- Energía metabolizable del maíz en aves según diversas fuentes

 

Conclusiones

  • A día de hoy, las necesidades en proteína de los piensos para las diversas especies animales se satisfacen gracias a los aumentos en productividad de las cosechas de cereales y proteínas vegetales.
  • En caso de una reducción de estas producciones o de un aumento previsible de las necesidades de proteína de origen animal, es posible pensar en la necesidad de nuevas fuentes, tales como la harina de insectos.
  • La utilización de insectos en la alimentación de animales de granja es posible y hoy día sólo las limitaciones legales y el alto coste de producción debido a la ineficiencia de los sistemas productivos actuales, limita su utilización en piensos comerciales.
  • Los insectos son pues un ingrediente con cierto futuro pero que no podrá sustituir las fuentes proteicas tradicionales a corto plazo. Mientras tanto, debemos enfocarnos en las materias primas disponibles, mejorando su valoración proteica y energética a fin de reducir costes.

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