La Consejería de Sanidad del Gobierno de Canarias ha recordado que la mejor forma de prevenir este tipo de intoxicaciones es adoptando medidas de prevención elementales, tanto en la elaboración de alimentos en casa, como en el consumo de los mismos en establecimientos de restauración y chiringuitos.
Los ancianos y niños pequeños son los grupos de mayor riesgo. Por ello, desde la Consejería apuntan que para evitar toxiinfecciones a la hora de preparar los alimentos es imprescindible extremar las medidas de higiene y seguir algunas recomendaciones.
Un primer consejo para evitar la contaminación de los alimentos es cumplir con unas pautas de higiene en la manipulación, como lavado de manos frecuente y siempre después de ir al servicio; protegerse las heridas de las manos; mantener limpios los utensilios que se vayan a utilizar, y evitar cualquier contacto de los alimentos crudos con los alimentos cocinados o preparados.
Otra recomendación es que durante el cocinado se debe aplicar calor suficiente para garantizar la destrucción de posibles gérmenes, y es particularmente peligroso que las carnes de aves y las carnes picadas queden crudas o poco hechas.
Las temperaturas ambiente elevadas favorecen la rápida multiplicación de las bacterias y la formación de toxinas en los alimentos. Por este motivo, cuando los alimentos cocinados o preparados no se vayan a consumir de inmediato es imprescindible mantenerlos en caliente o conservarlos en frío mediante refrigeración o congelación.
La Consejería aconseja mantener siempre en refrigeración carnes, vísceras y embutidos; huevos; quesos frescos; salsas; leche y derivados lácteos; pasteles, tartas y cualquier postre que lleve en su composición crema o huevo; ensaladas, ensaladillas y todos aquellos alimentos que vayan a ser consumidos en frío; comidas preparadas como albóndigas, carne con papas, croquetas, o semiconservas tipo anchoas, boquerones en vinagre, jamón cocido o patés.
Los alimentos cocinados que se conserven en frío, antes de su consumo, deben ser calentados con rapidez y alcanzar una temperatura igual o superior a 65°C en el centro interno del alimento. Si se trata de alimentos que se consumen en frío, se deben consumir sin demora, una vez sacados del frigorífico, a fin de evitar toda situación que favorezca la multiplicación bacteriana.
Respecto a los alimentos que se consumen en crudo o poco hechos, estos suponen un mayor riesgo, dado que no se benefician del efecto germicida del calor del cocinado.
Por ello se deben tomar precauciones especiales, como son: comprar las materias primas en buenas condiciones de frescura, observando que cumplan las normas de presentación, conservación y etiquetado o congelar el pescado para evitar la presencia de parásito anisakis.
La Consejería de Sanidad también sugiere sumergir los vegetales que se vayan a consumir en crudo, como lechuga y tomate, en agua con unas gotas de lejía unos minutos, lavándolos a continuación con agua corriente. Es importante utilizar para ello lejías en cuya etiqueta se especifique que son aptas para desinfectar vegetales o agua de bebida.
Responsables de salmonella
Los alimentos que tienen como ingrediente el huevo son responsables de numerosos casos de salmonella cada año. Por ello, desde la Consejería recomiendan prestar una especial atención a su manipulación y tomar precauciones como no adquirir huevos cuya cáscara presente suciedad, fisuras o roturas; guardarlos en el frigorífico; evitar que los huevos crudos entren en contacto con otros alimentos.
Se aconseja no lavar la cáscara del huevo, ya que se puede favorecer la penetración de gérmenes al interior del mismo; no cascar el huevo en el borde del plato o recipiente de batido; no separar nunca las claras de las yemas con la propia cáscara del huevo; cocinar el alimento hecho con huevo con rapidez y no emplear los recipientes y utensilios usados en la preparación en crudo para contener o manipular el alimento ya cocinado.
Sanidad avisa que los animales pueden ser portadores de gérmenes patógenos y ser el origen de la contaminación de los alimentos, por lo que las mascotas y animales domésticos no deben estar en las cocinas ni cerca de los alimentos, así como evitar los focos de atracción de insectos y roedores (como basuras, alimentos sin protección o agua estancada).
Finalmente, para la preparación de alimentos se recomienda emplear agua apta para el consumo humano, procedente de la red pública, o de otro origen, siempre que sea potable. En caso de que existan dudas de su potabilidad, habrá que desinfectar el agua mediante hervido o con la adición de lejía que sea apta la desinfección del agua y dosificada según instrucciones del envase.
Fuente: EP