Por Xavier Mora
Es conocida la influencia de la temperatura ambiental en las diferentes fases de la producción cunícola, sobre todo cuando los animales se encuentran sujetos a periodos de temperatura extremos, generalmente en periodos estivales como el verano del 2015.
Sin embargo no es habitual encontrar trabajos que describan la interrelación entre las reproductoras y la temperatura ambiental en momentos clave como es el parto a lo largo de varios ciclos productivos.
El parto es el estado fisiológico de la coneja reproductora más delicado de todo el ciclo productivo, momento en que el estado inmunitario se encuentra más comprometido y el balance energético es negativo.
Es después del parto, con las necesidades de arranque energético de la lactación, cuando se pueden visualizar los problemas derivados del parto si las conejas han sufrido un parto estresante, pues los efectos negativos de este periodo se aprecian en toda su intensidad.
Generalmente la influencia que puede generar un ambiente extremadamente cálido en el parto es algo que ya tenemos asumido:
- Mortalidad de reproductoras
- Disminución de gazapos nacidos vivos y viables
- Abandono de camadas principalmente
Un ambiente extremadamente cálido durante el parto trae consigo una disminución de los gazapos nacidos vivos
Cuando el ambiente es frío, es decir, temperaturas inferiores a los 12ºC en el momento del parto, también se asumen, aunque con mayor discrepancia en el campo pero no por ello evidentes:
- Abandono de camadas
- Enfriamiento de las camadas
La gran pregunta es dónde se encuentra el intervalo adecuado de temperaturas y cómo podemos apreciar su influencia cuando nos movemos fuera de este intervalo sin llegar a las situaciones extremas de temperatura.
Nuestra instalación en definitiva debe adecuarse a un ambiente normal en la medida de lo posible para evitar las alteraciones surgidas debido a condiciones de temperatura inadecuadas para la producción cunícola.
LA TEMPERATURA DE CONFORT
La temperatura adecuada para la maternidad se considera dentro del intervalo de 16 a 20ºC, donde las conejas reproductoras tienen una sensación de confort térmico estable y sus mecanismos fisiológicos y de comportamiento tienen visualizada una estación primaveral.
La temperatura de confort para la maternidad se considera dentro del intervalo de 16 a 20ºC
Este concepto es importante, pues la coneja es un animal de primavera, estación donde maximiza en la naturaleza su comportamiento reproductivo, ya que es la época en la que dispone de mayor cantidad de nutrientes y de mejor calidad.
Dentro de este rango de temperatura, el comportamiento maternal de la coneja se desarrolla en condiciones normales de forma efectiva y sin disfunciones:
- Realiza un nidal correctamente y lo mantiene en condiciones
- Aporta pelo suficiente para proteger a los gazapos de la camada del frío de la noche
- Visita con regularidad el nidal para amamantar los gazapos una vez al día.
No se aprecian diferencias en el momento del parto respecto al número de partos de las reproductoras, es decir, las primíparas no muestran mayores problemas respecto a las multíparas en este momento crítico que es el parto.
Este efecto secundario es muy relevante sobre los resultados cuando las condiciones no son las óptimas, pues es en las conejas primíparas donde se evidencian en primer lugar las problemáticas cuando las condiciones no son las óptimas.
Mantener una temperatura estable desde los 5 días preparto hasta los 7 días postparto aporta unas garantías extras
Dentro de este periodo es cuando otorgamos la máxima eficiencia a la respuesta ambiental respecto al funcionamiento fisiológico y de comportamiento de los animales y nos garantiza una adecuada viabilidad de los gazapos nacidos.
Fuera de este periodo se puede relajar ligeramente el control de la temperatura siempre y cuando se vigilen las diferencias día-noche, minimizándolas en la medida de lo posible.
TENER EN CUENTA
La coneja en general no es un animal que tenga una gran eficacia mental para responder a los estímulos externos como son las desviaciones en las temperaturas ambientales. Sus respuestas no son en general adaptables a las circunstancias y pueden ser incluso contrarias al interés productivo, obligando a un manejo más intervencionista en los nidales.
EFECTOS DE LA TEMPERATURA
- Altas Temperaturas
La coneja reproductora protege a sus gazapos con una mezcla de hierbas (paja o viruta en nuestro caso) y mezclado con pelo corporal extraído fundamentalmente de la zona abdominal. Esto se debe básicamente a tres motivos:
1. Permitir el acceso a los pezones de la glándula mamaria a los gazapos sin los impedimentos del pelo
2. Incitar a la formación de leche mediante la estimulación
3. Proteger a los gazapos del frío con el pelo, que hace de aislante.
Sin embargo, y debido al aumento de temperatura ambiental y la cantidad de conejas afectadas varía por el nivel de temperatura alcanzado, las conejas tienen un aumento de calor corporal por lo que aportan a los nidales cantidades elevadas de pelo, que en ocasiones son incluso excesivas, llegando a producir problemas de mortalidad por exceso de calor en el nidal y todo ello por la necesidad de disminuir su pelo corporal y aumentar así la capacidad de enfriamiento de la reproductora.
Si encontramos cantidades de pelo excesivos en los nidales y la temperatura ambiental es alta debemos eliminar parte de esta protección aislante en forma de pelo del nidal para adecuarlo a la situación climática a la que se encuentran.
En caso de no hacerlo aumentan los problemas postparto debido a la dificultad de los gazapos de alcanzar la coneja cuando ésta entra en el nidal para amamantar y el aumento de temperatura corporal de los gazapos, que pueden encontrarse literalmente “fritos”.
- Bajas Temperaturas
Por el contrario, cuando la temperatura ambiental desciende nos encontramos justo en el otro extremo. La coneja reproductora tiene sensación de frío y limita la cantidad de pelo que aporta al nidal en la medida de lo posible, encontrándonos en ocasiones que no ha aportado absolutamente nada, tachando a la pobre reproductora que tiene frío como de mala madre.
En esta situación la mano de obra se duplica ya que hay que conseguir aislar adecuadamente a los gazapos del frío exterior, pues la reproductora no moverá ni un dedo, ya que ante una situación de estrés ambiental por temperatura baja (inferior a 16ºC) primero es su supervivencia y en su concepción de la vida no tiene asegurado que habrá alimento disponible para criar adecuadamente a los gazapos. En estos casos es frecuente encontrar animales que han mamado y tienen el estómago lleno pero que se encuentran muertos, algunos de ellos con síntomas de colibacilosis, pero en otros no se observa nada.
Estas observaciones se pueden visualizar principalmente y al principio de forma casi exclusiva en reproductoras de primer parto.
Es frecuente el comentario “mira qué buena madre, cómo abriga a sus gazapos”, que no tiene nada de cierto, a menos que queramos humanizar a las conejas otorgándoles actitudes propias de los humanos.
Este es un motivo por el que se aconseja que las reproductoras de primer parto se ubiquen de la forma más localizada posible y todas juntas. Serán las primeras las que nos señalizarán problemas de cualquier tipo y entre ellos los de estrés ambiental, permitiendo actuar en la medida de lo posible.
TAMAÑO DE LA CAMADA Y PESO AL NACIMIENTO
El tamaño de la camada y su peso al nacimiento son dos de los signos que también aparecen en situaciones de estrés térmico y que junto a la viabilidad al nacimiento de los gazapos más importancia directa tiene sobre el futuro de los animales.
Altas Temperaturas
El tamaño de la camada (cantidad de nacidos vivos) viene muy influenciado por la temperatura, sobre todo evidenciándose al aumentar la temperatura ambiental, con una disminución que puede llegar a ser importante técnicamente de hasta dos gazapos por parto de promedio. A ello hay que añadir una disminución del peso al nacimiento muy marcado, que compromete la viabilidad de los gazapos.
Ello se debe a dos situaciones conflictivas generadas sobre la coneja.
1. Al aumentar la temperatura, la ingesta de pienso disminuye, sobre todo en el último tercio de la gestación, creándose un balance negativo energético en la coneja cuando más están exigiendo los embriones dentro del útero materno.
2. Esta crisis energética desemboca en una disminución de energía disponible para los futuros gazapos que tienen que nacer y que por tanto se desarrollan menos y nacen con un peso inferior al necesario para obtener una buena viabilidad, observando un aumento de los nacidos muertos y un aumento de bajas en los primeros días de vida.
Los mecanismos desencadenantes del parto actúan de forma poco eficiente y con gran descoordinación.
Esto se traduce en un aumento de problemas obstétricos relacionados directamente con el estrés térmico:
- Retrasos en el momento del parto, partos fuera del nidal
- Partos largos y interminables con poca cantidad de nacidos vivos
- Gazapos que obstruyen el canal del parto
- Torsiones uterinas
- Mortalidad de conejas
Bajas Temperaturas
En el lado opuesto, cuando las temperaturas son inferiores a las óptimas, nos encontramos con ingestas superiores a lo normal y en ocasiones animales engrasados.
En el momento del parto estos animales tienen también problemas en el funcionamiento del mecanismo del parto y falta de calcio disponible por lo que también encontramos problemas obstétricos:
- Gazapos que obstruyen el canal del parto
- Torsiones uterinas
A los pocos días posteriores del parto se puede observar que aquellas reproductoras cuyo parto no fue fácil acostumbran a abandonar el nidal o están apáticas unos días hasta que se recuperan o es necesario eliminarlas, pero donde la viabilidad de los gazapos ya está comprometida.
BIENESTAR ANIMAL
Si el parto es confortable, el porcentaje de problemas en el parto que observamos suele ser inferior al 3%, mientras que en situaciones de estrés térmico podemos llegar hasta valores del 10% fácilmente con el perjuicio económico resultante a corto plazo por la falta de gazapos nacidos y a largo plazo por la necesidad de renovación de reproductoras que suponen un coste extra suplementario.
La realidad que nos encontramos es que en nuestras latitudes es más difícil mantener la temperatura por el calor que no por el frío, ya que un sistema de calefacción por sencillo que sea ya permite mantener una temperatura estable mínima, mientras que los sistemas de refrigeración no tienen su verdadero potencial hasta temperaturas elevadas, siendo relativamente difícil mantener los 20ºC, sobre todo en las zonas costeras donde la humedad ambiental no permite rendir con eficacia estos sistemas de refrigeración.
Por ello es conveniente trabajar no con la temperatura que marque el termómetro, sino con la sensación de temperatura corporal, que conjuga la temperatura ambiental, la velocidad del aire y la humedad, parámetros que nos permiten conseguir la temperatura idónea en los animales con una mayor efectividad.
TENER EN CUENTA QUE
- Hay que tener en cuenta un detalle que habitualmente se observa adecuadamente, pero que en ocasiones y debido a las prisas no se realiza correctamente.
- Cuando hay un vacío sanitario, las reproductoras no pueden introducirse a un local frío y húmedo. Evidentemente tampoco a uno tórrido y húmedo.
- En ambos casos las reproductoras se encuentran en un estado muy sensible y repercute muy negativamente en ellas, creando un estrés.
- Estas situaciones afectan muy directamente al bienestar de los animales introduciendo factores de agresividad sobre ellos y debilitando las defensas.