Bioseguridad e inmunoprofilaxis
Los virus RHD se transmiten principalmente a través del contacto con otros animales infectados. Esta transmisión puede darse por vía oral, nasal, conjuntival o parenteral, siendo más común la transmisión feco-oral mediante los cecotrofos que el gazapo ingiere de la madre.
Se ha demostrado la existencia de animales portadores asintomáticos del virus clásico y probablemente el RHDV-2 también presente esta capacidad. Esto implica que pueden existir animales en la explotación que no manifiesten síntomas de enfermedad, pero que son capaces de actuar como vectores, transmitiéndola a otros.
Por otra parte, estos virus son elevadamente resistentes en el ambiente, pudiendo sobrevivir durante días e incluso meses en material orgánico (animales muertos) o en fómites (materiales de la granja).
También cabe destacar que no es necesaria una elevada densidad del virus, si no que se ha comprobado experimentalmente que con muy pocas partículas virales este tipo de virus son capaces de infectar a un animal.
Las vías de transmisión de la enfermedad son bien conocidas, pero muchas veces no es fácil comprender cómo consigue el virus penetrar en una explotación.
Obviamente la adquisición de nuevos animales portadores se concibe como una posible explicación, pero existen otras múltiples vías de entrada, como por ejemplo los vectores mecánicos: conejos silvestres, insectos, pájaros y depredadores, mediante fómites (materiales), vehículos de transporte de cadáveres o de alimento, personal de la explotación o visitas, etc.
La elevada resistencia de los virus RHD nos obliga a extremar las medidas de bioseguridad y a aplicar una correcta inmunoprofilaxis. Ambas son medidas complementarias y debemos asegurar que se emplean adecuadamente y de forma conjunta para conseguir una protección adecuada.
Principales recomendaciones de bioseguridad para el control de enfermedades víricas en las explotaciones:
- Llevar a cabo un manejo todo dentro-todo fuera y vaciar periódicamente las naves con el fin de evitar recirculaciones.
- Proteger el calzado y la ropa de las personas que entran en la explotación.
- Mantener las jaulas que se envían a matadero limpias y correctamente desinfectadas.
- Establecer una valla perimetral que aísle la explotación, evitando la entrada de vectores mecánicos.
- Mantener a nuevos animales en un período de cuarentena.
- Llevar a cabo la recogida de cadáveres con celeridad y de forma frecuente.
Aun siendo conscientes de su importancia, aplicar todas estas medidas correctamente y de forma sistemática no es tarea fácil. Por este motivo, hay ocasiones en las que el virus finalmente consigue penetrar en la explotación. Cuando esto ocurre y nos encontramos frente a un brote de RHDV-2, existen ciertas pautas a seguir para frenar su expansión:
- Sacrificar todos los animales de los nidos afectados.
- Enviar a los animales de lotes afectados lo antes posible a matadero.
- Vacunar a las reproductoras para que estén correctamente inmunizadas en el momento del parto.
- Vacunar al engorde presente (a los 30 días de vida).
Inmunoprofilaxis: Programa vacunal recomendado
– Granjas sin casos de RHD
– Vacunar a las hembras destinadas a reposición con una dosis de vacuna variante.
– Revacunar a las reproductoras cada 6 meses con vacuna variante y cada 12 meses con vacuna clásica. Las dos vacunas se pueden aplicar en el mismo momento.
Granjas con casos de RHD en el engorde
– Vacunar con una dosis de vacuna variante al engorde (30 días) y revacunar a las hembras destinadas a la reposición con una segunda dosis, para asegurar la correcta inmunización de estos animales.
– Revacunar a las reproductoras cada 6 meses con vacuna variante y cada 12 meses con vacuna clásica.
Este programa vacunal es flexible y adaptable a la situación de cada explotación, pero en general se pretende centrar la prevención en el virus variante y volver al programa antiguo con la vacuna clásica (vacunar la reposición y aplicar una revacunación anual). De este modo aseguramos una correcta protección frente al virus predominante (RHDV-2), sin dejar de proteger frente a las cepas clásicas.
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HIPRA
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(Girona)