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Huevo: el mercadeo continuo

Por Xavi Mora

Los años pasan y no tenemos la sensación que sean cada vez mejores, sino que se cumple el célebre dicho “tiempos pasados fueron mejores” o, como parafraseaban los famosos Luthiers, “todo tiempo pasado fue anterior”.

Sin embargo en estos momentos volvemos a estar inmersos en precios de hace 8 años, que si tenemos en cuenta la evolución de los costes en el sector para producir una docena de huevos, ya sean directos o indirectos, voluntarios o forzados, que han aumentado el coste final situando el sector contra las cuerdas.

España es el segundo productor de huevos de la UE con un 12,2% justo después de Francia y superior a la propia Alemania.

Pese a este potencial económico tan fuerte la realidad se muestra bien diferente, debido en parte al gran problema de la producción agroganadera Española, la falta de articulación equilibradora en la negociación de precios con el sector comercializador-distribuidor.

La realidad se manifiesta en la segunda gráfica, donde se observa que de forma mayoritaria la diferencia entre la cotización de un avicultor español y otro de la UE es de un valor importante, afectando a la rentabilidad de los ganaderos de forma decisiva.

 

A nivel general los datos muestran una disminución constante del consumo de huevos por persona y año, poco significativa en la cesta de la compra, pero que a nivel restauración si tiene una importancia más elevada en los 3 últimos años, debido mayoritariamente a la crisis económica, donde la restauración y productos elaborados han disminuido su consumo limitando principalmente los excedentes.

Es evidente que el huevo es un alimento básico de la población Española y por ello tiene un atractivo especial para las grandes cadenas el poder disponer del producto a un precio muy competitivo que atraiga a los consumidores que luego adquirirán otros productos y que entra en conflicto evidente con la cotización a percibir por parte del sector productor, ya que evidentemente tiene una menor fuerza negociadora y acaba siendo el afectado.

Una de las soluciones que han fluido es la creación de marcas propias donde aportar un valor añadido, pero que no siempre compiten en las mismas condiciones que las marcas blancas que son abanderadas a pesar de ser inferiores en la calidad ofrecida en numerosas ocasiones por las marcas tradicionales.

La diferenciación es una premisa básica en el futuro para conseguir un valor añadido muy necesario en un producto que a simple vista no se aprecia la diferenciación y eso implica el poderlo señalizar frente a los competidores y así poder competir con unos márgenes más razonables, aunque en principio los costes sean superiores y el retorno se aprecie con el tiempo.

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