El buen manejo preventivo de la cama es uno de los aspectos más importantes en la producción avícola ya que una cama de mala calidad tiene un claro efecto negativo sobre la salud de los animales y su bienestar con las consiguientes repercusiones económicas.
La presencia de cama húmeda o con costras es directamente proporcional al aumento de amoníaco en el ambiente y al aumento de agentes patógenos en la cama, suponiendo por tanto una elevación del riesgo de presencia de patologías tanto de forma clínica como subclínica.
Entre los procesos patógenos que se incrementan hay que destacar la coccidiosis y las pododermatitis en primer lugar y las salmonellas, colibacilos, virus, etc. en un segundo lugar pero con una elevada importancia.
Por ello el objetivo es asegurar que la cama permanezca seca desde el principio hasta el final del periodo. Analizando las causas más comunes que inducen a tener camas húmedas encontramos a los bebederos y a la mala ventilación como los factores principales.
En segundo lugar encontramos algunos problemas de salud que aumentan la excreción de agua como pueden ser la enteritis necrótica por ejemplo y en ocasiones programas alimentarios que predisponen a que las heces sean más líquidas del normal.
En primer lugar se debe empezar por la revisión sistemática de los bebederos. No tiene sentido desembolsar dinero para evitar humedades cuando la fuente de la humedad son los bebederos.
Una revisión de toda la línea, empezando por las zonas con más humedad y siguiendo todo el recorrido hasta comprobar la presión del agua en las tuberías, renovando los bebederos que pierden con mayor frecuencia.
Comprobar la ventilación y calefacción es el paso siguiente revisando las sondas que tenemos en la nave y comprobando que funcionan correctamente, así como su interacción con el ordenador central que controla el ambiente de la nave.
Sin ser muy frecuente, en ocasiones hay un error entre las lecturas de la sonda y la repuesta del control ambiental, ya sea por error en las conexiones o por error en las programaciones, sobre todo si hace poco se han manipulado para solucionar algún problema y los parámetros se han desconfigurado. Sin duda es una de las causas que más cuesta de relacionar y que genera pequeñas irregularidades de difícil diagnóstico.
Cuando ya tenemos camas húmedas es frecuente leer en la literatura el uso de tratamientos para secar las camas: Bisulfito de sodio, sulfato de aluminio… todas ellas tienen un grave inconveniente, son altamente corrosivas, y por lo tanto su uso no es recomendable.
Quizás el uso de acidificantes por encima de la cama en las fases iniciales del proceso puede tener un efecto limitado positivo, ya que los acidificantes convierten el amoníaco en sales de amonio que no son volátiles y quedan fijadas al suelo de la cama y además al reducir el pH de la cama generan un ambiente poco propiciatorio para el desarrollo de las bacterias patógenas en la cama, como son la Salmonella y e E. Coli.
Hay otros tratamientos reconocidos para el manejo de la cama, como son bacterias, agentes osmóticos o enzimas, ya sean juntos o por separado. En todos ellos siempre son medidas preventivas que parten de mecanismos para limitar la generación de amoníaco principalmente.
En todo caso siempre son medidas para controlar la presencia de camas húmedas, por tanto la lucha contra el origen de ellas debe ser el principio básico y en todo caso con medidas preventivas de seguimiento, no como la primera opción.