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Enfermedades emergentes y reemergentes

No es un proceso nuevo ni ajeno a la sanidad humana o animal la aparición de nuevas enfermedades o de la reaparición de enfermedades que se creían desaparecidas.

Estas son debidas a la incesante lucha que los microorganismos, patógenos o no, tienen para sobrevivir, al igual que hacemos nosotros o cualquier ser vivo, pues de lo contrario sólo puede desaparecer. Cuando un microorganismo se encuentra en una situación de extrema vulnerabilidad busca todas las brechas posibles para romper las barreras que nosotros instauramos para proteger a los animales contra la infección.

Estas brechas sanitarias suelen apreciarse posteriormente como fallos en el sistema de bioseguridad cuando se han podido diagnosticar y que anteriormente ni se contemplaban en principio, ya sea a nivel general o local por el avicultor, obedeciendo en ocasiones a fallos en el control epidemiólogico o de vectores sin poder descartar que la evolución de las preferencias de los consumidores pueden provocar que el contacto de las aves con aves silvestres (salvajes lo somos los humanos como se puede apreciar en medio mundo) aumente significativamente el riesgo de contagio y la reemergencia de enfermedades.

La situación actual sanitaria en avicultura está salpicada de casos donde estas enfermedades emergentes o reemergentes atacan a las aves, una gran mayoría de ellas de origen viral y que se observa un potente efecto inmunodepresor, acompañadas en ocasiones de infecciones bacterianas.

No son infrecuentes los casos de procesos que circulan de forma inaparente, debido a que las vacunas han funcionado correctamente, pero que el proceso afecta de forma casi subclínica, difícil de diagnosticar si no es por un resultado laboratorial que confirme el proceso, y que de forma transitoria nos encontramos con debilidad en los animales y estos no pueden afrontar las infecciones bacterianas, incluso las más banales.

Estos procesos se aprecian incluso en procesos producidos por bacterias que forman parte de la flora del animal y que responden a los tratamientos antibacterianos de forma irregular, prefiriéndose en ocasiones adelantar el sacrificio de los animales sanos que realizar tratamientos.

El sistema productivo con la mejora genética obtenida puede volver a los animales más susceptibles a las enfermedades, sin embargo es la misma trampa de los sistemas de bioseguridad las que de forma indirecta nos afectan a la resistencia de los animales a las enfermedades.

Los animales se encuentran tan protegidos y tienen tan poco contacto con los agentes infecciosos que el sistema inmunitario necesita los refuerzos de las vacunaciones para poder afrontar los riesgos sanitarios, ya que en su corta vida no tienen prácticamente contacto con gérmenes patógenos que les induzcan inmunidad.

Por ello la implantación de pautas vacunales estrictas y con programas vacunales amplios con vacunaciones tempranas, ¿cuánto tiempo hace que se están implementando vacunas «in ovo»? de forma general buscando esta inmunidad en los animales.

El reto en la actualidad frente a las enfermedades en avicultura está totalmente escorado a largo plazo en la utilización de pautas vacunales eficaces y rentables, sobretodo frente a enfermedades de orígen vírico, entre otros motivos porque los tratamientos antibioterápicos no funcionan y causan mayores pérdidas económicas por mortalidad o disminuyen la rentabilidad enormemente.

 

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