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Impedir que se escape el calor en las granjas cunícolas

La calefacción es imprescindible y necesitamos aportar calor sin duda a las granjas, pero el aportar calor es de ninguna forma cuestionable un proceso económicamente “caro” que nos implica un coste energético variable dependiendo del exterior y de las condiciones de nuestra instalación.

Las principales fugas de temperatura de las instalaciones cunícolas se originan por las ventanas, techos, extractores y suelo de las naves. Como se puede observar todas ellas se deben al propio funcionamiento de la instalación, por tanto debemos repasar la propia instalación buscando como mejorar los puntos negros que tengamos.

 Las principales fugas de temperatura de las instalaciones cunícolas se originan por las ventanas, techos, extractores y suelo de las naves.

A primera vista lo primero que debemos hacer es repasar la situación de paredes, techos y ventanas. Hay que tapar los agujeros o si es necesario que existan oberturas de entrada para que los animales salgan y entren, se deben diseñar como si fueran túneles de paso de forma que el aire deba circular a través de ellos y no tengamos paso directo del aire caliente hacia el exterior.

El techo debe estar correctamente aislado y hay que repasar el aislamiento, pues es frecuente que la presencia de pequeños pájaros, roedores y insectos principalmente ataquen la integridad del aislamiento. Este va perdiendo su potencial aislador y por tanto se forman zonas de mayor pérdida de temperatura que al estar situadas en el techo se aumentan las pérdidas. El aire caliente de las instalaciones tiende a subir mientras que el aire frío tiende a bajar. Esto crea una cierta estratificación del aire y acumula la temperatura en la parte superior de la nave, justo debajo del techo, donde podemos encontrar estas zonas más degradadas del aislamiento.

Una de las fugas más importantes de la temperatura se encuentra en el  sistema de extracción. Es imprescindible renovar el aire, pues en poco tiempo los animales pueden consumir el oxígeno presente en la nave y nos encontraríamos al principio con problemas de rendimiento productivo y posteriormente con problemáticas a nivel sanitario. Pero es un evidente contrasentido que calentemos el aire que entra (que es frío) y expulsemos el aire caliente del interior. El coste es evidentemente elevado tanto para expulsarlo como para calentarlo.

Para minimizar este problema se han diseñado una serie de equipamientos cuyo destino es recuperar la temperatura del aire viciado del interior y con el calentar el aire fresco que introducimos del interior pero que sin embargo en cunicultura no tienen hasta el momento demasiado recorrido, ya que trabajan con temperaturas que para el sector es demasiado altas para optimizar su rendimiento, los recuperadores de calor.

En zonas muy húmedas se obtiene un beneficio añadido al aportar calor, pues  al secar el ambiente crea una sensación de mayor comodidad en los animales y los animales sufren una menor agresión ambiental que provoca inmunodepresión.

Las pérdidas de temperatura por el suelo son en general totalmente despreciables en cunicultura a menos que tengamos el estiércol muy húmedo. La presencia de estiércol seco en las fosas aportan no solo aislamiento sino también una ligera aportación de calor en forma de 2 a 3ºC al ambiente y si tenemos una extracción adecuada conseguimos que la pérdida de temperatura se compense con este aporte calorífugo..

Esta humedad añadida del suelo provoca una disminución de la eficacia del sistema de calefacción y aumenta directamente la humedad ambiental. Para disminuir esta humedad solo podemos aumentar la extracción del aire interior húmedo y renovándolo por aire exterior seco. Esto es precisamente lo que provoca un aumento del consumo energético al calentar este aire frio necesario para renovar el ambiente viciado.

 

 

 

 

 

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