Toda granja tiene que renovar continuamente sus reproductoras presentes en la instalación, pues estas, ya sean por muerte o eliminación, van disminuyendo cada mes en un porcentaje alrededor del 10%. Para renovarlas hay dos planteamientos, hacerlo mediante la compra de reproductoras procedentes del exterior o mediante la autorreposición.
Autorreposición
La autorreposición es el sistema que se impone en los tiempos de crisis por su gran ventaja, el coste. Nos hacemos la reproductora en la propia granja escogiéndolas de entre los animales que nacen en la instalacion. Otro de los motivos por los que se opta numerosas veces por este sistema es por cuestiones sanitarias, ya sean por problemas en la propia instalación que desaconseje la entrada foránea de animales o por los graves problemas de adaptación en la instalación cunícola.
A pesar de estas dos grandes ventajas, sanitaria y económica, no debemos dejarnos engañar por las apreciaciones. Los problemas sanitarios que se presentan en los animales foráneos son frecuentemente por problemas de adaptación a nuestra instalación, no por patologías que los animales traigan consigo, sino por las pocas facilidades que les damos a los animales.
No es raro observar que las jaulas de cuarentena no existen y que los animales se ubican en jaulas de reposición que se encuentran en el lugar más húmedo de la granja o con peor ventilación.
Cuando optamos por la autoreposición hay que tener dos premisas claras:
- No escoger animales del cebo directamente sin conocer sus padres
- Llevar un mínimo de control de los resultados productivos de la madre, ya que será la única que podremos controlar de forma habitual.
Si no optamos por adquirir animales foráneos (provenientes de granjas de selección) perdemos las mejoras de selección genética que cada año van sucediendo y además si no vigilamos hemos de sumar el empeoramiento de los resultados productivos que van sucediendo en nuestra explotación.
Para entendernos, si en nuestra granja disponemos de reproductoras con una capacidad de 9 nacidos vivos y machos con capacidad de 8 nacidos vivos, el promedio resultante son futuras reproductoras con 8.5 nacidos vivos por parto. por ello hemos perdido medio gazapo por parto y coneja.
Por ello, si se decide hacer autoreposición, hay que tener los valores muy claros y tener presente que si nos aislamos perdemos. Simplemente escogiendo las mejores conejas reproductoras (por fertilidad y fecundidad) y cruzándolas con un macho maternal podemos mantener los niveles productivos en parámetros correctos en nuestra instalación. Siempre se pierde parte de la mejora genética, pero por contra si se hace de forma adecuada podemos obtener una cierta mejora sanitaria, ya que elegiremos a las conejas más adaptadas a nuestra instalalción
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