En la operación «Angry Bird«, realizada esta fin de semana en varias zonas de la ciudad de Nueva York y del estado, se ha desmantelado la mayor red de peleas de gallos, con más de 2.000 animales rescatados y nueve detenidos. Fueron arrestadas también más de sesenta personas que participaban como espectadores y apostantes.
La operación comenzó en la noche del sábado pasado con una redada en un local que albergaba peleas de gallos ilegales en Jamaica Avenue, en el barrio de Queens. El lugar había estado celebrando peleas bimensuales al menos desde mayo del año pasado, cuando comenzó a ser investigado por las autoridades. Además del daño que sufren los animales, las peleas de gallos atraen otro tipo de delitos relacionados con el crimen organizado, como las apuestas ilegales y el tráfico de armas y de drogas, según la fiscalía.
El fiscal general del estado de Nueva York, Eric Schneiderman, afirmó en un comunicado que «Las peleas de gallos son una forma brutal de crueldad animal que está vinculada a otros delitos y mi oficina seguirá trabajando para capturar y enjuiciar a los responsables». Al mismo tiempo, los investigadores de la Unidad contra el Crimen Organizado (OCTF, por sus siglas en inglés) encontraron en el sótano de una tienda de mascotas de Brooklyn cincuenta aves de pelea, con características de haber sido criados, entrenados y modificados para pelear.
Posteriormente, el domingo por la mañana agentes de la OCTF y de la policía del condado de Ulster allanaron una granja en una zona rural, donde recuperaron más de 2.000 gallos y pollos, según indicó un portavoz de la fiscalía del estado. La finca había funcionado durante años con el pretexto de ser una granja de aves de corral, y sus propietarios escondían cientos de jaulas improvisadas en el centro de la propiedad para evitar ser detectados por los vecinos y la policía. La granja criaba y entrenaba gallos de pelea para propietarios de buena parte del noreste del país (estados de Nueva York, Nueva Jersey, Pensilvania, Connecticut y Massachusets), y para las peleas del local de Queens y la tienda de Brooklyn.Los animales estaban «en condiciones deplorables», añadió el comunicado. Los gallos fueron criados, entrenados, inyectados con sustancias dopantes y se les colocaban garfios afilados en el lugar de sus espuelas naturales.
La Asociación para la Prevención de la Crueldad contra los Animales (APSCA, por sus siglas en inglés) se ocupó de recoger y cobijar a las aves.