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Temperatura correcta de las aves: cómo mantenerla

Es imprescindible mantener una temperatura correcta de las aves durante las dos primeras semanas de vida. Ello es debido a que el pollito recién nacido depende de la temperatura ambiental para mantener su temperatura corporal ya que su sistema de termoregulación no es eficiente. Hasta las dos semanas de vida (muchos autores abogan por aumentar el periodo hasta las tres semanas de vida), el pollito no tiene desarrollada de forma eficiente la capacidad de regular su temperatura corporal, por lo que el manejo de la temperatura ambiental durante este periodo es básico para obtener un correcto desarrollo de los animales.

Para mantener una temperatura corporal correcta de las aves es necesario disponer de calefacción en las naves avícolas para regular la temperatura ambiental y saber utilizarla adecuadamente. Hay un pequeño margen de maniobra: los animales se pueden mover buscando la temperatura óptima por la nave, pero un aumento o disminución de la temperatura debido a una mala regulación puede afectar gravemente al rendimiento de las aves sin llegar a causarles la muerte. Evidentemente, si la regulación es muy deficiente y las temperaturas sufren cambios excesivos, podemos observarlo fácilmente con el aumento de la mortalidad de los pollitos.

¿Por qué es tan importante el regular la temperatura estos primeros 15 días de vida? Básicamente se viene observando que los pollitos que han crecido con temperaturas inferiores y han tenido estrés por el frío, tienen su sistema inmunológico claramente alterado y con una menor eficiencia respecto a la lucha contra las enfermedades. Asimismo, el sistema digestivo tampoco se encuentra perfectamente desarrollado y presentan un menor aprovechamiento de la ración. A esto se suma también en parte, a la necesidad de desplazar energía de la alimentación hacia la generación de calor corporal en detrimento del crecimiento.

La gallina clueca es quien, en la naturaleza, aporta la fuente de calor a los pollitos. Nosotros lo hemos de reproducir en nuestras instalaciones. Por ello, el manejo del suministro de calor por parte del avicultor es la clave del éxito.

Es necesaria la observación atenta de los animales y la comprobación sistemática del funcionamiento correcto de la calefacción. Los sistemas de regulación y control ambiental son muy útiles, pero ellos harán lo que les decimos que deben hacer. La observación directa de los animales aporta una información imprescindible que es necesaria para adecuar el confort animal.

Dónde y cómo se distribuyen los animales, el ruido y nerviosismo, el movimiento, etc., son cruciales durante los primeros días de vida y que se prolonga con mucha importancia hasta las tres semanas de vida. Las aves llevan su propio termostato interno, que es más fiable que los que nosotros podamos ubicar en el interior de la nave. Por ejemplo, si tenemos una crianza de pavipollos que están muy ruidosos o si nos encontramos con que los pollitos se encuentran apilados, hay que deducir inmediatamente que tienen frío y corregir la temperatura. Si, por el contrario, se encuentran todos lo más alejados posibles del foco de calor es evidente que tienen demasiado calor.

Siempre hemos de tener en cuenta que la temperatura a la que están cómodos los animales es una variable relacionada con la temperatura ambiental y la humedad relativa. Por ello una regulación determinada puede volverse inadecuada y ser necesario retocarse, sin que por ello debamos de tomar decisiones contundentes o a largo plazo. Únicamente si se aprecia que es necesario retocarse a menudo es conveniente advertir a los técnicos.

Para más información recomendamos la lectura del PDF asociado.

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