Frente al consumo sin comparación de la carne de pollo “clásica” por parte de los consumidores, existen numerosas propuestas alternativas que buscan y encuentran su rincón en el mercado. Por calidad, diferenciación o tradición.
Las Denominaciones de Origen Protegidas (DOP) y las Indicaciones Geográficas Protegidas (IGP) constituyen el sistema utilizado en nuestro país para el reconocimiento de una calidad diferenciada, destacando las características propias del producto. Es importante el medio geográfico en el que se producen las materias primas, la elaboración de los productos y la influencia del factor humano, así como los consejos controladores que velan por su calidad. De este modo hay un garante de la calidad intrínseca y extrínseca del producto cárnico ofrecido, que el consumidor aprecia y valora.
El IGP es un formato todavía poco conocido o trabajado. Esta denominación, habitualmente conocida como “producciones alternativas”, se otorga a 17 tipos de carnes frescas en España, centradas en carne de vacuno, cordero y productos elaborados del cerdo (sobrasada, jamones, chorizos, etc.). En cambio, en el sector de la producción avícola sólo se la relaciona con una raza: “Pollo y capón del Prat”.
La raza Prat es una producción muy local que implica la crianza de los animales en una de los nueve términos municipales que se aceptan: Castelldefels, Cornellà de Llobregat, El Prat de Llobregat, Gavà, Sant Boi de Llobregat, Sant Climent de Llobregat, Sant Feliu de Llobregat, Viladecans y Santa Coloma de Cervellà. De hecho, la Asociación de criadores de pollos y capón del Prat la componen tan solo doce productores “románticos” que tan solo participan en ferias de exhibición, sin entrar en la comercialización de las aves.
El origen procede de la comercialización de animales de la raza Prat autóctona, muy extendida por todo el litoral español. Sin embargo, con la llegada de estirpes híbridas desaparecieron casi sin dejar rastro, quedando únicamente ejemplares en la población de El Prat de Llobregat, de donde ha adquirido el nombre. Los criadores continuaron su labor ofreciendo los pollos y capones “Prat” sin cruzar obteniendo cotizaciones más altas y generando el embrión de calidad que posteriormente se ha traducido en la IGP que los ampara.