Cuando hablamos de alojamiento en avicultura ecológica de carne, el profano tiene en mente una situación idílica donde los animales corren por el suelo picoteándolo para buscar gusanos, hierbas y granos de cereal.
La cría de pollos ecológicos puede parecer sencillo; no obstante, la cría profesional de pollos ecológicos no tiene nada que ver con esa imagen. Para un profesional dedicado a ello, es necesario producir centenares de pollos cada año vigilando los costes de producción y obteniendo un margen económico que convierta la profesión en viable, pues de lo contrario el recorrido es bien corto.
Los alojamientos deben estar adaptados a los animales y han de ofrecerles comodidad, base imprescindible para conseguir un fuerte estado inmunitario que les permita desarrollar una buena resistencia a las enfermedades y su potencial productivo.
El hecho de que los animales accedan al exterior no implica que la instalación deba ser ruinosa. No debemos equivocarnos. La producción ecológica no es una producción roñosa. La suciedad y la dejadez no es sinónimo de ecológico en ningún caso. El manejo y la limpieza deben ser mucho más extremadas, si cabe, que en una producción cárnica estándar.
Las instalaciones deben diseñarse bien y el alojamiento tiene que ser tan confortable como cualquier otra instalación. La diferencia principal la encontramos en el acceso al exterior, no en el aspecto ruinoso para dar más caché a nuestro producto.
La calefacción es imprescindible para una buena cría de los pollos en condiciones. Los pollos llegan a la explotación con un día de vida y con una capacidad de termoregulación muy baja. En este momento la temperatura corporal depende totalmente de la ubicación y el alojamiento. Es imprescindible que la temperatura del alojamiento sea la adecuada para el pollo.
Es muy frecuente que el foco de calor se ejemplifique sobre una pollera con pantallas de gas, pero esto aumenta los riesgos al tener la nave a una temperatura inferior a la adecuada. Es conveniente proporcionar un mínimo de confortabilidad térmica a la instalación que pueda suplementarse en las polleras con pantallas de gas o otros sistemas de aporte de calor.
Los pollos necesitan los 33ºC durante los tres primeros días de vida para ir disminuyendo hasta los 35 días de vida con 23ºC. A partir de aquí los pollos ya están completamente emplumados y ya no es necesaria la calefacción, permitiendo el acceso al exterior de la nave sin ningún problema.
La ventilación es otro de los puntos flacos en muchas instalaciones y que tienen una importancia vital. Hay que aportar el oxígeno necesario a los pollos y evacuar los gases nocivos que se generan, tanto por la respiración de los animales como por la fermentación de la cama. Hay que tener en cuenta que los pollos toleran muy mal las corrientes de aire, y por tanto, estos sistemas deben utilizarse con mucho cuidado en este tipo de producción, ya que ante una situación de estrés por corriente de aire nos encontraremos como resultado una disminución del sistema inmunitario.
Por ese motivo, los sistemas de intercambio de calor se están viendo como muy interesantes en este tipo de producción. Además de reducir los costes energéticos en calefacción -siempre son una de las bases de la producción ecológica- permiten renovar el aire sin producir corrientes de aire en la instalación.
Temperatura ambiental en función de la edad de los pollos en avicultura ecológica:
0 a 3 días 33 a 31 ºC
4 a 7 días 32 a 30ºC
8 a 14 días 30 a 28ºC
15 a 21 días 28 a 26ºC
22 a 28 días 26 a 23 ºC
29 a 35 días 23 a 20ºC