Inseminación artificial en cunicultura: ¿al alcance de todos?
La inseminación artificial supuso una revolución técnica de manejo incontestable que cambió el panorama del manejo en las granjas
La inseminación artificial en cunicultura significó un gran avance en la producción animal, reconvirtiendo la forma de trabajar y, sobre todo, el diseño de las nuevas instalaciones que se creaban.
Como es habitual, después de una primera fase donde los más “tecnólogos” se colgaban la medalla al mérito innovador (“¿Sú aún no inseminas? ¿Sigues haciendo monta natural?”), la técnica demostró que era viable económicamente y que los resultados productivos eran los mismos.
El motivación al principio era la modernidad, estar al día. Un error que algunos pagaron caro, pero que permitió avanzar rápidamente en la técnica y normalizar su uso y regularidad. En realidad, la inseminación en cunicultura no hay que verla como un sistema, sino como una mejora en manejo muy importante, permitiendo mejorar y optimizar la mano de obra y permitiendo el uso del concepto de todo-dentro/todo fuera que tan buenos resultados ha dado a otras producciones ganaderas (avicultura de carne, porcino, etc.).
Desde el inicio el impulso fue principalmente hecho por grandes centros de inseminación que comercializaban las dosis, pero con el tiempo han aparecido y convivido pequeños centros de uso particular o de pequeñas agrupaciones de cunicultores. ¿Pero es viable un centro propio en la granja?
Evidentemente poseer un centro propio da una imagen al cunicultor de seguridad, ya que “yo se que pongo en la cánula”, mientras que siempre es fácil planear dudas sobre la profesionalidad de los centros de inseminación. Error muy frecuente que se suma al dudar siempre del pienso que me han vendido o cualquier servicio externo al que se pueda culpar de cualquier proceso que ocurra en la explotación (por oír yo he recibido críticas de que la mixomatosis apareció a los dos días de llegar un pienso, y claro, la culpa era del pienso, faltaría más).
Normalmente los centros de inseminación llevan mucho más control sobre los machos y el semen obtenido es más regular, ya que disponen de un número de machos superior a los necesarios para evitar sustos. Sin embargo, si uno tiene la inquietud, el tiempo y las ganas de hacer el semen en la propia instalación no son grandes los requerimientos necesarios:
- Una sala con las jaulas para los machos, debidamente acondicionada y lo más protegida posible del exterior.
- Una habitación alicatada hasta el techo que permita una buena desinfección y limpieza, dotada de un baño maría, microscopio y demás accesorios como vaginas artificiales, tubos recolectores, pipetas, etc.
- Y, sobretodo, un calefactor para invierno (muy importante, no para el confort del manipulador, sino para la viabilidad del semen).
La inversión en sí no es grande, pero es poco rentable al precio que se obtiene la dosis si calculamos los costes (si ubicamos los machos de cualquier forma y manipulamos en la cocina evidentemente bajamos los costes, pero la seguridad es ínfima) respecto al precio de una dosis comercial a menos que tengamos un volumen elevado de conejas. En explotaciones de más de 1500 reproductoras puede justificarse económicamente, pero siempre hay que valorar el tiempo que se dedica y que, por tanto, no podemos dedicar a otros menesteres.
En estos pequeños centros propios asociados a la instalación, uno de los principales problemas que se observan es la falta de atención a los machos, que no se revisan adecuadamente y que pueden ser vehiculadores de algunas enfermedades o que no se renuevan adecuadamente, creando cuellos de botella en la calidad del semen cuando más se necesitan (verano).
Adjuntamos un PDF clásico de referencia muy explicativo sobre la correcta obtención de semen de conejo para inseminar.