El magnate del mueble minorista Ikea vuelve a protagonizar un nuevo escándalo en el etiquetado de sus productos culinarios, que supone el 5% de sus ingresos (1300 millones de euros). A el escándalo de carne de caballo en albóndigas de cerdo y los pasteles de almendra contaminados (tuvo que retirarlos de 25 paises), en esta ocasión se suma la presencia de carne de cerdo por encima de lo declarado en las etiquetas en las lasañas de alce.
El fraude en el etiquetado fue detectado por las autoridades belgas y proviene del mismo suministrador que realizó el fraude con la carne de caballo, Dafgard.
Familjen Dafgard produce las lasañas y albóndigas para la mayor parte de las tiendas Ikea en Europa, excepto las de algunos países como Noruega o Suiza. En estos momentos se estima que Ikea tiene 10.000 toneladas de lasaña almacenadas a las que se tienen que sumar las que en estos momentos se están retirando de las tiendas.
A estos fraudes en si no tienen ningún problema para la salud humana, sino que corresponden a actuaciones fraudulentas con un interés puramente económico. Familjen Dafgard asegura que desconoce de donde puede haberse abastecido de la carne fraudulenta, pero después de los dos casos no tiene visos de que la empresa sea ajena a la cuestión del fraude.
En parecida situación se encuentra Kamprad, el fundador de la multinacional sueca, a la que se le ha descubierto un fraude fiscal de 2.000 millones de euros del fisco sueco mediante la creación de una compleja red de empresas y paraísos fiscales. El mismo vive en Suiza para evadir sus obligaciones fiscales con su país y que encima es capaz de decir sin escrúpulos que la «eficiencia impositiva» era una parte natural de la cultura de bajo coste de la compañía.