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Los microminerales en la nutrición animal

Los microminerales son nutrientes que, al igual que sucede con las vitaminas, no aportan energía pero realizan otras funciones importantes. Tradicionalmente, los minerales fueron considerados como los nutrientes pobres de la nutrición animal, limitándose las prácticas de alimentación animal a entregar el contenido total de estos minerales en la dieta.

En la nutrición mineral, hay 15 elementos considerados esenciales, 7 macrominerales : calcio (Ca), Fósforo (P), Potasio (K), Sodio (Na), Cloro (Cl), Magnesio (Mg) y Azufre (S), y 8 microminerales : Cobalto (Co), Cobre (Cu), Yodo (I),Hierro (Fe), Manganeso (Mn), Molibdeno (Mo), Selenio (Se) y Zinc (Zn).

De este modo, los microminerales, también llamados oligoelementos o minerales traza, son elementos esenciales en cantidades muy pequeñas (menos de 100 mg/kg MS) y son necesarios para el normal funcionamiento de casi todos los procesos bioquímicos en el cuerpo. Forman parte de numerosas enzimas y coordinan un gran número de procesos biológicos, y en consecuencia son necesarios para mantener la salud animal y asegurar la productividad.

Los microminerales deben ser proporcionados en óptimas concentraciones y según los requerimientos que cambian durante el rápido crecimiento y desarrollo de los animales y su ciclo de producción. Es bastante difícil  definir el término «requisitos» para los microminerales de la misma forma que se hace para energía, proteínas, o aminoácidos porque estos son difíciles de establecer y la mayoría de las estimaciones se basan en el nivel mínimo requerido para superar la deficiencia de un síntoma y no necesariamente para promover la productividad.

En este punto , son muchas las autoridades –INRA (Francia), ACR (Reino Unido) o FEDNA (España), como ejemplos  – que han recomendado necesidades de microminerales para asegurar que la producción de especies de ganado nativo no se vea afectada por los desequilibrios de minerales en la dieta; sin embargo, el acuerdo , entre ellos, es poco frecuente.

A pesar del hecho de que el papel de los microminerales en animales está bien establecido, han sido siempre los nutrientes olvidados en la dieta animal. Su papel fisiológico a menudo se subestima y su presencia en la alimentación en cantidades adecuadas se da por sentado. Y, aunque son necesarios para mantener la función del cuerpo, para optimizar el crecimiento y la reproducción, y para estimular la respuesta inmune, es difícil darse cuenta del impacto de la falta de estos minerales, como de los síntomas de su deficiencia o de los desequilibrios minerales que no siempre son evidentes. Sin embargo, sí que es posible que una ligera deficiencia de microminerales pueda causar una reducción considerable en el rendimiento y la producción.

A menudo el papel fisiológico de los minerales su subestima

Desde 1950, los piensos han sido suplementados con microminerales como cobre, hierro, magnesio, selenio y zinc, siendo las fuentes principales de estos elementos inorgánicas. En la década de los 60, la producción animal tuvo que mejorar enormemente en respuesta a la mayor demanda de alimentos de origen animal y por una parte, gracias a grandes avances en genética que mejoraban el rendimiento reproductivo e incrementaban la rentabilidad, las operaciones productivas fueron capaces de cubrir con la demanda generada y alcanzar los retos de producción, pero por otra parte esta situación dio paso a el gran dilema del uso de las fuentes inorgánicas porque se requieren altos niveles para optimizar el rendimiento del animal , es decir, para alcanzar los requerimientos minerales de estas genéticas, cada vez, más exigentes. Además su mayor concentración en la dieta conlleva consigo problemas como posibles intoxicaciones accidentales, reducido acceso a los enterocitos, además de baja absorción  que comporta tasas altas de excreción mineral con su consecuente efecto negativo sobre el medio ambiente.

De este modo, la búsqueda constante de la rentabilidad y competitividad en la producción animal con el desafío de garantizar siempre la calidad de manera sostenible, ha comportado  la necesidad de evitar la excreción de altos niveles de minerales y , por tanto, a que algunos países hayan establecido legislaciones acerca de los niveles de suplementación mineral. Esta presión afecta a numerosos países, pero es especialmente intensa en la Unión Europea. Gran parte de los microminerales ingeridos por las diversas especies domésticas (hasta el 99 %) no es retenida y aparece en heces y orina.

La emisión de elementos traza al medio ambiente aumenta la polución, especialmente en el caso del Cu y del Zn, un problema que puede reducirse mediante la inclusión juiciosa de los minerales en la dieta.

Los ingredientes naturales utilizados en piensos y raciones para animales domésticos son a menudo deficientes en microminerales, por lo que su suplementación extra mediante el corrector es una práctica generalizada. Los microminerales aportados en el corrector son el cobre (Cu), zinc (Zn), hierro (Fe), manganeso (Mn), yodo (I) y selenio (Se). Y cada vez más, el uso de microminerales quelatados , en sustitución de las fuentes inorgánicas está aumentando. De forma general, los microminerales orgánicos tienen una  disponibilidad   mayor que los sulfatos, estos que los carbonatos y estos que los óxidos, pero esta clasificación no siempre es real porque, además debemos añadir que, en respuesta a esta situación, existen en el mercado ya microminerales encapsulados y hidroximinerales de fuentes inorgánicas de minerales que revalorizan el uso de éstas. Los hidroximinerales han sido desarrollados, en un principio para rumiantes , pero también para monogástricos, tal y como nos detalla el artículo «Los hidroxioligoelementos protegen los nutritientes del alimento y mejoran el aporte de microminerales en monogástricos«.

En este punto, es necesario decir que diversos investigadores han mostrado que la disponibilidad de las fuentes minerales varía en función de factores tales como la especie, el tipo animal, el estado fisiológico, la alimentación previa, el criterio de respuesta elegido para la valoración, las interacciones entre minerales y, entre minerales y otros nutrientes, y la forma química y la solubilidad de la fuente testada. Sólo los nutrientes que son absorbidos pueden participar en procesos biológicos dentro del animal por lo que sólo ellos son utilizables. Los microminerales, libres o unidos a ligandos de bajo peso molecular, pueden ser absorbidos y estar presentes en los fluidos y tejidos orgánicos pero, aún así, podrían no ser utilizados. El término “biodisponibilidad” describe las propiedades y características de absorción y utilización de un nutriente dado (grado al que un nutriente ingerido es absorbido para poder ser utilizado en el metabolismo de un animal sano – Ammerman et al. 1995)

De este modo, todavía, hoy en día, mientras las investigaciones en el uso de microminerales en la nutrición ha guiado el desarrollo de fuentes de microminerales más biodisponibles– incluyendo los microminerales derivados de quelatos o como productos encapsulados – algunos nutricionistas tradicionales continúan utilizando únicamente minerales inorgánicos y suministrándolos solamente a niveles de prevención de deficiencias.

Respecto a estas circuntancias, la legislación de la UE , a través de sus Reglamentos 1334/03, 1459/05, 459/06, 335/10,349/10,350/10,269/12,991/12,427/13,601/13,636/13 y su Directiva 2004:C50:01 establecen las formas de aporte así como las cantidades máximas de microminerales autorizados en piensos para las diversas especies domesticas. Toda la información referida se encuentra en la Directiva desde la página 36 a la 43.

La UE justifica la inclusión de los microminerales dentro del reglamento de aditivos basándose en tres argumentos:

El uso, en ocasiones, indiscriminado de minerales en la nutrición animal, junto con la intensificación y el aumento del tamaño de las explotaciones, ha propiciado que la UE regule el uso de los microminerales con el objetivo de controlar su impacto sobre el medio ambiente. La mayoría de los microminerales son metales de transición, con la excepción del I y el Se. En general, todos los metales tienen un poder contaminante potencial si se acumulan en grandes cantidades en el agua y en las capas superiores del suelo. Normalmente, las plantas toleran bien altos niveles de metales, pero éstos pueden acumularse en los vegetales y luego causar toxicidad a los animales y humanos tras su ingestión. Los microminerales con un impacto potencial más importante sobre el medio ambiente son el Cu y el Zn.

Para ir más lejos…

Para poder proporcionar información adicional específica a cada micromineral, podéis acceder al documento en el que se destacan de cada uno de ellos , sus principales particularidades, fuentes de uso y su reglamentación.

* Microminerales .  Fichas informativas . Hierro, Yodo, Cobalto, Cobre, Manganeso, Zinc, Molibdeno y Selenio.

Minerales tales como Fe, Cu, Zn, Mn y Se son esenciales para el desarrollo de las aves al estar involucrados en diversos procesos fisiológicos y metabólicos. A pesar de que se requieren en pequeñas cantidades, ejercen funciones vitales y aseguran la salud y productividad animal. Las fuentes inorgánicas de minerales han sido ampliamente utilizadas en la industria avícola, sin embargo los sistemas de producción sostenibles deben buscar alternativas para mejorar los resultados zootécnicos sin perjudicar el medio ambiente.

La mayor biodisponibilidad de las fuentes orgánicas de minerales les permite que se incluyan en la dieta a concentraciones más bajas, sin efectos negativos sobre el rendimiento de las aves y el medio ambiente.

Estamos, entonces, delante de un nuevo escenario, donde el equilibrio entre necesidades y límites es necesario, y comporta cada vez más la búsqueda de fuentes de microminerales más eficientes que las tradicionalmente usadas porque, en todo momento, debemos garantizar la salud animal y optimizar las producciones animales, pero sin olvidar el respeto por el medio ambiente y la administración de productos de origen animal con un adecuado contenido en microminerales para evitar , además, una suplementación excesiva que ponga en riesgo a los consumidores frente a un posible aumento paralelo de residuos de metales tóxicos.

 

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